Espléndido artículo de Alfonso Ussía sobre Castilla.
Serpientes doradas
Superadas las
crestas del Guadarrama, Navacerrada y Somosierra camino al norte, el paisaje
otoñal de la Vieja Castilla se entrega a sus serpientes doradas. Los sotos
verdes y rotundos de la primavera y el verano que establecen las sendas de los
ríos, adquieren el amarillo dorado de la despedida. Segovia, Ávila, Valladolid,
Zamora, Salamanca, Burgos, Palencia, Soria y el sur de León dividen sus
planicies según mandan los regatos, los arroyos y los ríos. Líneas ocres de los
álamos que contribuyen a la gran corriente de Castilla, la del Duero, el gran
viajero del paisaje castellano más genuino. El Duero también rasga en dos
reinos diferentes el riesgo o la tranquilidad del lobo. Duero soriano, burgalés
por Peñaranda y Aranda, Duero vallisoletano a su paso por Tordesillas, donde se
ancha, rumbo a Toro y Zamora antes de abrirse definitivamente como arteria
poderosa en Portugal hasta morir en Oporto, ya abrazado al Atlántico.