“Durante
muchos años creía que era tonto”, dice el economista Angus Deaton, “porque no
podía comprender cosas que parecía que todo el mundo comprendía bien. La mayoría
de las veces era verdad que era estúpido, pero en unos pocos casos resultó que
nadie lo entendía, pero creían que sí y la mayor parte de lo que he hecho es
desentrañar temas que se pensaba que estaban resueltos”.
El ingeniero Carver Mead coincide con Deaton.
“Tenía poca confianza en mí mismo. Mis colegas decían cosas como si las
entendieran y yo no, y tenía que intentar resolverlo. Lo hice. Entre el 10% y
el 20% de las veces lo que decían eran estupideces y de mi trabajo emergía una
nueva verdad; yo desarrollaba un poco más de confianza en mí mismo. En
cualquier área científica lo que se afirma que se sabe está muy exagerado”.
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